Aromas
Despertar por las mañanas con el olor de café recién hecho fue algo de lo que me acostumbre desde pequeño, mi mamá hace café todos los días y bebía en una taza de rayas de colores opacos que contrastaba con la luz que pasa por la ventana, de aquella cocina de tonos chocolates y blancos. Ella siempre estaba amargada, en su cara pocas veces surcaba una sonrisa, unas de esas pocas sonrisas apareció un día por la mañana mientras la veía beber café, ella noto mi fijación a ella. Dejó su taza; fue a la cafetera y me sirvió un poco de café, lo dejo al lado de mi desayuno a medio terminar y me dijo—prueba—yo hice caso y bebí de la taza. Mi lengua se quemó y el sabor amargo del café sin azúcar provocó una mueca de desagrado y mi madre sonrió para luego reírse y pasar su mano en mi cabello, recogió la taza de café y busco azúcar y puso dos cucharadas, me volvió a dar la taza y habló de nuevo- Así es la vida, amarga como el café, pero si buscas un ingrediente que lo suavice, será un poco dulc...